Josep Maria Bonmatí conversa con Ramon Alsina

A lo largo de 65 años, bonÀrea ha construido un modelo de integración vertical único que combina proximidad, eficiencia y visión a largo plazo. Con más de 600 puntos de venta y el objetivo de abrir 40 nuevos este año, la empresa vive un momento especialmente dulce, con un crecimiento sostenido.

José María Bonmatí, director general de AECOC, conversa con Ramon Alsina, consejero delegado de bonÀrea en el marco del 30º Congreso AECOC de Estrategia Comercial y Marketing. Alsina nos cuenta la evolución y los retos de esta corporación nacida para fortalecer el tejido económico de la comarca de La Segarra, en Lleida.

 

Ramon Alsina forma parte de la segunda generación que ha impulsado la transformación de bonÀrea. Con una sólida trayectoria dentro del grupo, bajo su liderazgo la compañía ha reforzado su modelo único de integración vertical, ha acelerado su expansión territorial y ha consolidado su posición como uno de los referentes del gran consumo en España. Ramon combina una profunda comprensión del negocio agroalimentario con una visión innovadora del retail, manteniendo siempre el compromiso fundacional de eficiencia, proximidad y control de toda la cadena de valor.

BONÀREA EN CIFRAS

600 supermercados.

2.680 millones de euros en 2024 (9,3%).

6.500 trabajadores.

4.500 agricultores y ganaderos.

José María Bonmatí. ¿Cómo nace bonÀrea?

Ramon Alsina. Nacimos en 1959 en Guissona, en la provincia de Lleida, para ayudar a la frágil economía de los agricultores de secano de la comarca. En aquel momento la mecanización del campo llevó a una gran emigración de la gente de los pueblos de Catalunya hacia las grandes ciudades. Mi padre, veterinario recién licenciado, vio ahí una oportunidad e incentivó a los agricultores de la zona para que montaran instalaciones para gallinas ponedoras. Así nació la Cooperativa de Guissona. Con el tiempo ampliaron a pollos, cerdos, etc. Así fueron construyendo mataderos y creciendo, siempre con una mentalidad innovadora.

Fuisteis los primeros en ponerle marca a la carne fresca…

En 1995 diseñamos una bandeja con carne fresca fileteada y lista para el uso doméstico con el objetivo de reducir la carga de trabajo de las carnicerías en los supermercados, tal como se hacía en otros mercados, sobre todo en Estados Unidos. Ofrecimos el producto a varias cadenas de distribución y a ninguna le interesó. El problema estaba en que nosotros poníamos nuestra marca y el precio.

Decidimos entonces vender nuestro producto directamente al consumidor. Hicimos una prueba en Reus que funcionó muy bien, y tratamos de hacer franquicias. Pero no hicimos publicidad y no hubo manera. Un día, en una comida familiar, mi hermana mayor dijo: “Papá, ya me atrevo yo a hacer un par de tiendas”. Se cumplen ahora 30 años de la apertura de esa primera tienda en el Mercado de Sants (Barcelona), que fue un éxito total. En pocos meses recibimos más de 1.000 solicitudes para hacer franquicias. Así es como llegamos al consumidor final.

¿Qué hace único vuestro modelo de integración vertical?

Lo que nos hace únicos es que venimos de la fabricación. Por accidente y por necesidad llegamos al mundo de la distribución, pero nuestro ADN es de fabricación, de productividad, de eficiencia, de sostenibilidad… Vivimos en el mundo rural, en Guissona, y cuidamos de nuestro entorno. Y luchamos siempre en tres áreas: seguridad alimentaria, calidad y precio.
También nos hace muy diferentes nuestra visión a largo plazo. De las 600 tiendas, 460 son propias y nuestras instalaciones las hacemos pensando en el muy largo plazo. En 2019 iniciamos nuestro proyecto más estratégico: la construcción de un nuevo centro productivo en la localidad aragonesa de Épila, que nos permitirá acercarnos a la Comunidad de Madrid, a la zona de levante y al norte de España.

"En las grandes ciudades los supermercados acabarán siendo la despensa o la nevera de unas viviendas cada vez más pequeñas".

¿Qué ventajas competitivas os aporta este modelo?

La primera es la seguridad alimentaria. Al tener el control y el diseño desde el principio hasta el final, podemos garantizar la seguridad alimentaria, la transparencia y la trazabilidad de todos los productos cárnicos que manipulamos.

También hay ventajas desde el punto de vista de la sostenibilidad. Tener la misma unidad de producción y logística en el centro cárnico, hoy en Guissona y en el futuro también en Épila, nos hace mucho más sostenibles: evitamos transportes intermedios y somos mucho más rápidos en llegar al consumidor final.

Revista C84 bonÀrea

bonÀrea, un modelo único

5 compromisos. Eficiencia, seguridad alimentaria, calidad, sostenibilidad y precio.

Del campo a la mesa. bonÀrea controla toda la cadena de valor, desde la producción agrícola y ganadera hasta la venta directa al consumidor, sin intermediarios.

Innovación y marca en frescos. Fueron pioneros en autoservicio de productos cárnicos frescos y en ponerle marca a la carne, una gama que históricamente siempre había sido anónima.

Visión a largo plazo. La mirada a largo plazo les permite tomar decisiones diferentes, no marcadas por el corto plazo.

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