FUENTE:
Carmen Sánchez

Subdirectora de ITENE

Los envases, sobre todo plásticos, siguen en el punto de mira para mejorar su sostenibilidad. La Comisión Europea ha determinado que en 2030 todos los envases de plástico deben ser 100% reciclables, compostables o reutilizables. ¿Cómo avanzar hacia este objetivo? Identificamos las claves que integran a los envases en la economía circular.

El futuro del envase pasa por materiales más sostenibles, ecodiseño, reutilización y reciclado

envases

Hoy el ritmo de crecimiento demográfico y de expansión económica que provocan un incremento en el uso de recursos naturales, está generando impactos sobre el medio ambiente que debemos minimizar y gestionar de forma eficaz. Así, frente al hasta ahora establecido modelo de economía lineal –basado en producir, consumir y desechar– ha surgido como alternativa la economía circular. Bajo la premisa de reducir, reutilizar y reciclar, este nuevo modelo plantea transformaciones necesarias en el packaging, impulsadas por diversas novedades legislativas, a escala europea, nacional y autonómica, que establecen compromisos y fechas con las que todos debemos cumplir.
Según dichas normativas, el futuro del envase pasa por cuatro aspectos clave: la combinación de materiales más sostenibles, el ecodiseño, la reutilización y el reciclado. Y el nuevo modelo de economía circular impactará en todos los materiales de envase y embalaje, aunque algunos parten con ventaja en este proceso de adaptación. Por ejemplo, la industria del vidrio –con una tasa de reciclado de los envases de vidrio del 73% en 2017, según Ecovidrio– y la del metal –con una tasa del 86,9% en 2018, según Ecoembes– están preparadas para situarse con éxito en este escenario. Asimismo, el sector del cartón ya dispone de mecanismos que favorecen la circularidad de sus envases, ya que España tiene una de las tasas de reciclado de papel y cartón más elevada de la Unión Europea (81,1% en 2017, según Ecoembes).

Plástico más sostenible

Hoy el foco está sobre los envases de plástico, más aún tras la publicación en 2018 del documento de la Comisión Europea “Una estrategia europea para el plástico en una economía circular”, en el que se establece que para 2030 todos los envases de plástico de la Unión Europea deben ser 100% reciclables, compostables o reutilizables.
A ello se une la Directiva 852/2018 de envases y residuos de envases, que fija objetivos de reciclado más ambiciosos que los señalados en la anterior Directiva. En concreto, establece que en 2030 se deberá alcanzar una tasa de reciclado de los envases plásticos del 55%. Según los últimos datos de PlasticsEurope, en 2016 se reciclaron en España el 45,4% de los envases plásticos. Por tanto, Europa debe llevar la producción y consumo de plásticos hacia una economía circular y sostenible.
A nivel nacional, cabe destacar que el año pasado se presentó el borrador de la ‘Estrategia Española de Economía Circular. España Circular 2030’, cuyos ejes de actuación se centran en la producción, consumo, gestión de residuos, materias primas secundarias y reutilización del agua. También a nivel nacional, el Real Decreto 293/2018 prohíbe las bolsas de plástico ligeras, excepto las compostables, a partir del 1 de enero de 2021.
Todos estos aspectos –a los que se añaden algunas legislaciones autonómicas que son, en ciertos casos, más restrictivas– exigen un proceso de adaptación para las empresas, que conlleva replantearse el diseño de sus productos, servicios y modelos de negocio, concebidos hasta ahora en el contexto de una economía lineal. Es un gran reto que ofrece numerosas oportunidades y en el que la investigación y la innovación, juegan un papel clave. Repasamos las principales tendencias y acciones para transitar hacia esa economía circular.

Europa. Debe llevar la producción y consumo de plásticos hacia una economía circular y sostenible.

1. Bioplásticos

Los envases elaborados a partir de plásticos convencionales aportan numerosos beneficios, especialmente por la protección que aportan a los productos en seguridad e higiene, pero precisamente la alta resistencia de ese material a la corrosión, al agua y a la descomposición bacteriana le convierten en un residuo cuya eliminación resulta compleja.
En los últimos años se han comenzado a desarrollar bioplásticos, procedentes de fuentes renovables y algunos de ellos biodegradables, que pueden convertirse en una alternativa a los polímeros derivados del petróleo, siempre y cuando las economías de escala permitan un precio más asequible.
Aunque los bioplásticos no pueden competir en igualdad de condiciones en términos de rendimiento –especialmente en propiedades barrera– frente a los polímeros de origen sintético, los últimos avances en aditivación están reduciendo esa brecha. Por ejemplo, la aditivación con nanomateriales como las nanoarcillas, un ámbito en el que Itene ha obtenido buenos resultados, permiten obtener bioplásticos con propiedades muy próximas a los objetivos funcionales necesarios. Un ejemplo de bioplástico 100% compostable es el envase para cremas orgánicas que Itene ha desarrollado en el marco del proyecto europeo Biobeauty. Este envase, elaborado a base de PLA 100% compostable en 3 meses, incorpora agentes activos que retrasan en un 20% el deterioro oxidativo del producto envasado.
Otra ventaja potencial es que gran parte de los bioplásticos son biodegradables. Aunque no todos lo son, el hecho de que un plástico tenga el prefijo “bio” no asegura que sea biodegradable, pues esto no depende del origen del material, sino de su estructura química. Por ello, han surgido sistemas para certificar la biodegradabilidad de los materiales, y se han publicado normas al respecto.
Por otro lado, no todos los bioplásticos son compostables en condiciones de compostaje industrial. Existen por ello estándares y ensayos para certificar la compostabilidad, cuyos requerimientos vienen dados por la norma europea UNE-EN 13432:2001, y para cuya realización los laboratorios de Itene están certificados por TÜV Austria y DIN CERTCO.

2. Ecodiseño

El objetivo del ecodiseño es reducir progresivamente el impacto ambiental de los productos en todo su ciclo de vida. Para ello, se tienen en cuenta, aspectos como la selección de materiales con un menor impacto ambiental, la aplicación de procesos alternativos, la mejora en el transporte y uso y la minimización de los impactos en la etapa final de tratamiento como residuo.
En los últimos años se han desarrollado diversas metodologías y herramientas de ecodiseño centradas en varios tipos de producto. En el campo del envase y embalaje destaca la metodología de ecodiseño EE7+, plasmada en el manual Envases y embalajes: Guías sectoriales, editado por la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno vasco (IHOBE), desarrollado con la colaboración técnica de Itene. Un ejemplo del resultado de esta metodología lo encontramos en una botella de suavizante diluido de una marca blanca de supermercado, que disminuyó en un 21,7% el peso del envase y en un 4 % las emisiones de CO2 equivalente.
Por otra parte, cuando se busca optimizar el impacto medioambiental de un envase o embalaje, es importante considerar el ciclo de vida completo de ese producto. En este sentido, el análisis de ciclo de vida (ACV) es una herramienta con la que se puede medir cuantitativamente el impacto ambiental de un producto, proceso o sistema desde que se obtienen las materias primas hasta el final de la vida del envase.

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Reciclado. Las grandes marcas ya promocionan sus envases de bebidas con materiales 100% reciclables o que incorporan materiales reciclados.

3. Reutilización

La prevención de residuos es la vía más eficiente para mejorar la eficiencia en la utilización de recursos y reducir el impacto medioambiental, tal y como se indica en la nueva directiva de envases y sus residuos, la Directiva (UE) 2018/852 del Parlamento Europeo y del Consejo. Por tanto, resulta necesario que los Estados miembro adopten medidas adecuadas para aumentar tanto la proporción de envases reutilizables que se comercializan como su reutilización.
Por envases reutilizables entendemos todos aquellos concebidos, diseñados y comercializados para realizar múltiples circuitos o rotaciones durante su ciclo de vida, siendo rellenados o reutilizados con el mismo fin para el que se diseñaron. Estos envases se considerarán residuos cuando ya no se reutilicen. Un claro ejemplo de la reutilización de un envase son los palets, con los que se pueden realizar varias rotaciones, o los envases de vidrio en el canal horeca.
A la hora de reutilizar envases es fundamental mantener la seguridad alimentaria cuando contienen alimentos. En este sentido existen materiales más susceptibles de ser reutilizados que otros. El vidrio, por ejemplo, es uno de los más seguros a la hora de reutilizarlo: genera una alta barrera a los gases y al vapor de agua, es inalterable químicamente (a diferencia del plástico); resistente a la corrosión, a la oxidación y a las altas temperaturas; es impermeable a los líquidos y a los gases y no se deforma. Además, puede lavarse a altas temperaturas o incluso esterilizarse. Entre sus inconvenientes se encuentran su peso y su fragilidad. Por tanto, se puede reutilizar mientras que no sea preciso recorrer distancias muy largas en su transporte.
Gracias a las mejoras en las comunicaciones y la tecnología y los incentivos promovidos por la Unión Europea para los envases reutilizables, es probable que estos envases estén cada vez más presentes en el mercado en los próximos años. En el pasado Foro Económico Mundial de Davos se presentó el proyecto Loop, una prueba para reutilizar envases en Francia, Estados Unidos y Reino Unido.
En Loop, liderado por Terracycle, participan 30 grandes fabricantes y distribuidores de bienes de consumo, que se han asociado con empresas de reciclaje y transporte. En esta plataforma de comercio electrónico se ofrecerán más de 300 productos (cuidado personal, helados y cereales) en envases reutilizables, que los usuarios comprarán por internet y luego devolverán para reutilizarlos.

4. Reciclado

Entre los principales objetivos de las nuevas legislaciones sobre economía circular se encuentran: por un lado, aumentar el reciclaje de los residuos de envases, sobre todo los de plástico; y por otro lado, incrementar los porcentajes de plástico reciclado en los envases. De hecho, las grandes marcas ya promocionan sus envases para bebidas hechos con materiales 100% reciclables o que incorporan materiales reciclados.
Sin embargo, para introducir plástico reciclado en un envase alimentario, este debe someterse a un proceso de reciclado y limpieza, aprobado por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), que garantice su seguridad alimentaria. Estos procesos ya están disponibles industrialmente para el plástico PET, que por otra parte es el que más se utiliza para envasar bebidas. Para otros materiales plásticos se requiere investigar y desarrollar nuevos procesos de descontaminación por tintas o por otras sustancias impregnadas en el envase.
En general, los plásticos de un único material son fáciles de clasificar y reciclar. Sin embargo, los envases de plástico compuestos por capas de distintos materiales plásticos (multicapa) son más difíciles de clasificar y reciclar debido a su inmiscibilidad (incapacidad de mezclarse). Para solventar estos inconvenientes existen nuevas tecnologías de marcado para la clasificación y deslaminado para separar las capas del envase, en las que ITENE está investigando para responder a estos retos a los que se enfrentan las empresas recicladoras.

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