FUENTE:
Nina-Fedoroff

Nina Fedoroff,
Bióloga molecular experta en biotecnología y asesora en OFW LAW

Dice Nina Fedoroff, exasesora de ciencia y tecnología de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos durante el mandato de Barack Obama, que para poder alimentar a los 10.000 millones de personas que viviremos en el planeta en 2050 habrá que duplicar la producción de alimentos. Pero no de cualquier manera. Explica que las prácticas actuales no son suficientes; que se necesita producir más usando la misma cantidad de tierra y menos recursos naturales o productos químicos. ¿Estamos preparados? En su opinión sí, pero sólo si aprovechamos la tecnología disponible.

El futuro. Empresas, organizaciones y científicos debemos trabajar juntos en la misma dirección: producir más siendo más sostenibles.

Se estima que la población mundial alcanzará los 10.000 millones de personas en el año 2050. Frente a este escenario, la científica Nina Fedoroff, trabaja para que las políticas alimentarias garanticen una producción suficiente de alimentos en un entorno ambientalmente más desfavorable. Porque, tal y como piensa la experta, los seres humanos somos responsables del calentamiento global y tenemos la obligación de garantizar el futuro del planeta.

Ana Martínez: Para mirar hacia el futuro a veces es interesante echar una mirada al pasado y ver qué hemos conseguido y cómo. En su opinion, ¿cuáles han sido los grandes cambios en la producción de alimentos?

Nina Fedoroff: El primer gran cambio se produjo hace unos 10.000 millones de años cuando las primeras sociedades humanas pasaron de ser cazadoras-recolectoras a cultivar plantas (trigo y cebada inicialmente) y criar animales (vacas, ovejas y cabras). Nace la civilización humana. Desde entonces, el rendimiento del suelo ha ido disminuyendo, haciendo cada vez más difícil producir suficientes alimentos a medida que la población aumenta.
Hace un par de siglos, el clérigo inglés Thomas Malthus dijo que siempre estaríamos condenados al hambre y al conflicto porque la población aumentaba más rápidamente que su capacidad de producir alimentos. Si cuando solo éramos 1.000 millones de personas en la faz de esta tierra Malthus pensó que era el fin de la partida, ¿cómo hemos llegado a los 7.500 millones hoy? Curiosamente justo cuando estaba escribiendo sus lúgubres pronósticos, la ciencia empezó a introducir la innovación tecnológica en la agricultura. Y durante los siguientes dos siglos los fertilizantes químicos y el motor de combustión interna (la química, la biología y la tecnología) transformaron completamente la agricultura. No podríamos haber llegado a hoy sin esos avances.
Por otra parte, la genética fue crucial también. Norman Bourlag, Premio Nobel de la Paz en 1970, fue el padre de la llamada “revolución verde”. Sus esfuerzos en los años sesenta por introducir las semillas híbridas a la producción agrícola en México, Pakistán e India permitieron incrementar notablemente la productividad agrícola y salvar millones de vidas. Puede que los organismos genéticamente modificados (OGMs), más conocidos como transgénicos, no sean tan nuevos como pensamos.
En resumen, nuestra larga y moderna existencia urbana se ha producido porque hemos sido capaces de cultivar alimentos de una forma más eficiente, gracias a la ciencia, la química, la ingeniería biológica y la genética. Los cambios han sido enormes y seguirán siéndolo en el futuro.

Y hoy… ¿en qué momento nos encontramos?

Vivimos en una civilización tecnológicamente sofisticada y ampliamente urbanizada. Nuestras tiendas y supermercados están que revientan de productos, tenemos un sistema mundial de alimentos increíble que permite acceder a todo tipo de productos donde sea en un tiempo récord…
La tendencia de la población pronostica que a finales de siglo alcanzaremos los 10.000 millones de personas, y que todos seremos más ricos. Y para los productores de alimentos esto significa que deberán producir casi el doble de alimentos de los que se producen ahora. La pregunta es ¿cómo? Y la respuesta es: sabiendo aprovechar los avances tecnológicos y cuidando el planeta.
La tecnología está impulsando que muchos países vayan saliendo de la pobreza a gran velocidad. A medida que el poder adquisitivo aumenta, las demandas de alimentación también. Y vemos cómo cambian la dieta basada en cereales a otra basada en carne, típica de los países desarrollados. Así que la demanda de cereales para alimentar al ganado se incrementa hasta diez veces. Esto, a largo plazo, aumenta la necesidad de uso de tierra cultivable. Pero ya no hay más. De hecho, por la urbanización, la salinización y la desertificación la reducción de superficie agrícola cultivable va más rápido de lo que pensábamos.
Si no cambiamos lo que estamos haciendo, volveremos a las predicciones que hizo Malthus. Quizá no la próxima generación, pero sí las siguientes.

Superficie agrícola cultivable. Ya no hay más. La urbanización, la salinización y la desertificación están provocando que disminuya muy rápido.

¿Cuáles son los riesgos que amenazan el futuro?

La situación actual está empezando a ser dramática. Nuestros cultivos más importantes fueron ‘domesticados’ con un clima más suave. El rendimiento cae con temperaturas altas y, por ejemplo, en verano de 2003 hubo tres grados por encima de la media de hace tres siglos. Todos nos enteramos de casi 50 personas murieron ese verano por la ola de calor. De lo que no nos enteramos fue que el rendimiento de los cultivos bajó entre un 25% y un 50%, dependiendo del cultivo. Y las temperaturas van en aumento.
Y luego está el agua. La agricultura más productiva se irriga con el agua que proviene de las profundidades subterráneas, de acuíferos fósiles, y estos se están agotando cada vez más rápido en todas las partes el mundo. Todo esto indica que estamos alcanzando los límites de utilización de los recursos del planeta. Y aun así, la población sigue creciendo.

¿Cómo alimentar a la creciente población cuando los expertos advierten sobre la escasez actual de alimentos?

Cada vez somos más conscientes de que debemos producir alimentos de una forma más sostenible si queremos dejar la tierra en unas condiciones razonables para nuestros hijos y nietos. Quiere decir que debemos producir 1,5 a 2 veces más de lo que producimos ahora, utilizando menos tierra, menos agua, menos energía y menos sustancias químicas.
Parece un desafío estresante, pero mirémoslo de este modo. La agricultura fue la que potenció la expansión multiplicada por siete de la población durante los últimos dos siglos. Entonces, lo que necesitamos ahora es sólo duplicar los suministros de alimentos. ¿Cómo? Pues, básicamente la respuesta es la combinación de la biología, la química y la tecnología.

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La agricultura del futuro a gran escala con toda seguridad será gestionada por máquinas controladas de forma remota. Y será muy precisa y rentable.

¿Y cuáles serán las tecnologías que permitirán dar de comer a esos 10.000 millones de personas y que ayuden a ser más sostenibles?

Mucha de la tecnología ya existe y se utiliza, aunque en general está infrautilizada. La maquinaria agrícola de hoy en día está controlada por GPS, tiene sensores, drones, satélites, es autónoma y totalmente programable. Todos los datos recogidos se pueden utilizar para optimizar desde la densidad de plantación, el riego, la fertilización y la aplicación de pesticidas. La agricultura del futuro a gran escala con toda seguridad será gestionada por máquinas controladas de forma remota. Y será muy precisa. Monsanto, por ejemplo, ya está trabajando con drones y mo- nitoreando los campos para ver dónde hay una falta de agua y suministrarla en las cantidades precisas o en qué cultivos hay riesgos de plagas y aplicar los fertilizantes exactos en plantas concretas.
Todo esto es posible hoy. Pero la alta tecnología agrícola se enfrenta a barreras económicas y sociales. De momento, es cara. Solo si se hace a gran escala es rentable. Pero, nos topamos con la realidad y es que este tipo de prácticas no se ven con buenos ojos desde las ciudades.
Por otro lado, no tengo ninguna duda de que la tecnología de edición genómica por organismos genéticamente modificados será clave. Sin embargo, su utilización es controvertida en prácticamente todas las partes del mundo. Algunos los ven como el futuro, incluso como una fuente de alimento milagroso para un mundo hambriento. Otros están convencidos de que son una amenaza de salud pública, impuesta por grandes empresas de biotecnología.

Ud. es una gran defensora de los OGMs. ¿Cómo cambiar la mala percepción que recae sobre ellos?

La gente no sabe qué es un OGM, pero sí cree que es malo. ¿Y qué es un OGM? Es un organismo cuyo material genético ha sido alterado usando técnicas de ingeniería genética. Quizás los cultivos OGMs más conocidos son el maíz y el algodón Bt, los cuales están protegidos contra plagas importantes como el bacillus thuringiensis y son totalmente inofensivos para las personas y los animales. Lo que es importante valorar de esta modificación es que es un enorme paso para la sostenibilidad porque su utilización reduce el uso de fertilizantes.
Algunas cifras. Cerca de 18 millones de agricultores en 26 países y en 457 millones de hectáreas trabajaron con cultivos modificados genéticamente en 2016. Pues bien, más del 90% de los agricultores eran minifundistas con pocos recursos en países en vías de desarrollo. Y los beneficios extraordinarios por adoptar el cultivo Bt fueron prácticamente iguales a una porción entre países desarrollados y en vías de desarrollo.
Por otra parte, el uso de pesticidas se redujo casi un 40% entre 1996 hasta 2014. Sí que las semillas de GM cuestan más que las convencionales, por lo que el coste de producción aumentó un 4%. Sin embargo, el rendimiento se incrementó más de un 20% y los ingresos de los agricultores casi un 70%.
Pero… siempre hay un pero… Generalmente, a la gente que vive en las ciudades no le gusta la idea de los cultivos intensivos. Y no hay que olvidar que los cultivos intensivos son a gran escala con una productividad muy alta. Tampoco les gustan los transgénicos. Pero los OGMs más comunes son resistentes a los insectos o a los herbicidas, contribuyendo a mejorar la productividad y tam- bién a la sostenibilidad, porque no se utilizan determinadas sustancia sobre el suelo y la atmósfera.

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3 RETOS PARA ALIMENTAR A LA POBLACIÓN EN 2050

  • Utilizar la tecnología para producir más con menos recursos.
  • Disminuir el desperdicio alimentario en los países desarrollados.
  • Optimizar los recursos en los países en vías de desarrollo.

¿Por qué en Europa los gobiernos no apoyan los organismos genéticamente modificados?

Creo que es una combinación de esa temprana resistencia a las nuevas tecnologías y lo que pensará la opinión pública. La controversia está impulsada tanto por los individuos como por las organizaciones que promueven y explotan el miedo con fines de lucro. Por otro lado, la industria de los alimentos ecológicos ha llevado a cabo una campaña muy entregada vilipendiando a los OGM con el simple objetivo de incrementar su cuota de mercado. Y esta ‘lucha’ se ha convertido en una religión, especialmente entre los más jóvenes. Han crecido pensando que los alimentos ecológicos son los únicos alimentos que se pueden comer. Y la mayoría no tiene ni idea de lo que son exactamente unos ni otros.
Años de investigaciones en este ámbito se han visto cuestionados sin evidencia científica. Por ejemplo, la oposición en torno al famoso arroz dorado transgénico, que tiene vitamina A y ayuda a prevenir la ceguera, continúa siendo responsable de más de dos millones de muertes evitables. La mayoría, mujeres y niños que viven en la pobreza. Por fin, Australia y Nueva Zelanda han sido los dos primeros países del mundo en dar luz verde al consumo de este arroz que lleva más de 20 años desarrollándose.

OGMs. Algunos los ven como una amenaza de salud pública, otros como una fuente de alimento milagroso para un mundo hambriento.

Existe mucha información sobre este tema en la red. ¿Qué nos recomienda para conocerlo un poco mejor?

Siempre advierto sobre la cantidad de información errónea y hostil que circula por la red. Así que simplemente les voy a sugerir que, si les interesa, comiencen por ver un documental extraordinario titulado “Food Evolution”, que plantea una verdad incómoda para los detractores de los OGMs y muestra lo fácil que es que el miedo y la falta de información se impongan a las evidencias basadas en la objetividad y el análisis.
Las técnicas de cultivo de hoy en día son muy sofisticadas, en gran parte basadas en la modificación genética. Entonces, se convierte en imperativo el ayudar a la gente a comprender los beneficios de este tipo de técnicas. Es un desafío muy difícil, pero es el reto que tenemos los científicos. Un ejemplo: la mayoría de nuevos medicamentos se basan en la tecnología de recombinación de ADN y proteínas. ¿Qué haríamos hoy sin insulina recombinante? ¿Nos cuestionamos la técnica utilizada?
La cuestión es que en una ciudad bien alimentada es muy difícil descubrir cómo puedes crear un producto que sea tan atractivo, que la gente valore su innovación y lo compre, superando su percepción negativa.

¿Es posible un futuro sin OGMs?

A menudo la gente da por sentado que los alimentos genéticamente modificados van a crear algo nuevo que permitirá alimentar al mundo. Y no es cierto. La mayoría de los aumentos en la producción ya provienen de los OGMs existentes, que permiten reducir pérdidas y al mismo tiempo ser más sostenibles. Pero sí que avanzaremos si utilizamos la tierra mejor para aumentar su productividad y sostenibilidad, y los transgénicos ya lo permiten.

¿Qué países cree que liderarán la industria alimentaria en el futuro a medio y largo plazo?

Desde luego, no hay que perder de vista a China, porque allí están invirtiendo muchísimos más recursos que en Europa o EEUU. En Occidente estamos invirtiendo muy poco en agricultura e investigación, y los chinos nos están adelantando por la derecha y sin frenos. India está liderando la investigación en ingeniería genética y Brasil también lo está haciendo bastante bien, pero no aprovecha suficientemente bien sus recursos naturales.

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CHINA. Según Nina Fedoroff, allí se están invirtiendo muchos más recursos en agricultura e investigación que en Europa o EEUU. En su opinión, “nos están adelantando por la derecha y sin frenos”.

La carne “sintética”. Si esta tecnología consigue producir a gran escala, podría marcar una diferencia en materia de sostenibilidad.

¿Qué apariencia cree que tendrá la comida del futuro?

Creo que la gente es muy conservadora en cuanto a la comida, pero poco a poco irá cambiando. Ya se está fabricando la carne “sinténtica”, sin animales. De momento es una producción bastante cara. Pero si esta tecnología se afianza y consigue producir alimentos a gran escala, y que sea tan sabrosa como un jugoso filete, podría marcar una diferencia enorme en materia de sostenibilidad porque se necesitan 10 veces más grano para producir un kilo de hamburguesa.

¿Podremos llegar a cumplir estos objetivos de alimentar a 10 mil millones de personas dentro de 30 años?

Podemos hacerlo. Jugando bien todas las piezas podremos alimentar a toda la población. Creo que estamos más cerca que nunca de resolverlo, pero tenemos que ser capaces de hacerlo. ¿Cómo?

  • Utilizando toda la tecnología que tenemos a nuestra disposición, dejando de lado creencias basadas en informaciones falsas e intereses políticos.
  • Disminuyendo el desperdicio alimentario en los países desarrollados. Un ejemplo, en Arabia Saudí está prohibido por ley reutilizar la comida que sobra de los eventos por razones de seguridad alimentaria. Es un sin sentido. Mucha gente necesitada podría beneficiarse.
  • Optimicen los recursos en los países en vías de desarrollo. Existe una distancia enorme entre la productividad de las granjas africanas y las estadounidenses o brasileñas. Hay lugares en África donde se podría cultivar de una forma mucho más eficiente, pero para eso se necesitaría mucha inversión de capital.

Por su parte, la industria alimentaria se está esforzando mucho por hacer productos más sanos y sostenibles, pero hay que reeducar a la gente y eso lleva su tiempo. No podemos depender del camino que se decida en política… porque, desde mi punto de vista, es totalmente imprevisible. Por ello, empresas, organizaciones y científicos debemos trabajar juntos en la misma dirección: producir más siendo más sostenibles. El futuro de nuestros hijos depende de ello.


Pero, la verdad, es que el momento político actual no ayuda. Soy estadounidense y estoy profundamente angustiada por tener un dirigente que niega el cambio climático. Entonces, tendrá que ser la gente quien tome decisiones. ¿Apoyamos a la ciencia o le recortamos el presupuesto? Estas son las decisiones que determinarán si seremos capaces o no.

Ana-Martínez

ANA MARTÍNEZ MONEO
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