FUENTE:
Xavi Pera

Responsable de Seguridad Alimentaria y Calidad de AECOC

A pesar del trabajo del sector y los controles, el pasado verano se produjo en España el peor brote de listeriosis de nuestra historia, con más de 200 afectados, vinculado a una carne mechada. Sin olvidar los daños personales que causó este brote a los afectados, este caso nos permite comprobar cómo las alertas sanitarias pueden derivar en una crisis sectorial, generando problemas de reputación y perjuicios económicos a muchas empresas del sector. Xavier Pera, responsable de Seguridad Alimentaria de AECOC, explica los 10 aprendizajes extraídos de este caso.

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Por encima de cualquier tendencia de consumo emergente, la seguridad alimentaria sigue siendo un valor incuestionable para el consumidor, y así lo entienden la inmensa mayoría de empresas de nuestro país, que ponen todos los recursos necesarios para proteger la salud de los consumidores. Aun así, el riesgo cero no existe. Esta crisis ha puesto de manifiesto la necesidad de revisar determinados protocolos de actuación, tanto por parte de empresas como de autoridades competentes, así como reafirmar la importancia de que todos los actores actúen bajo los principios de responsabilidad y precaución.

1. Actuar con responsabilidad en la prevención del riesgo

Las empresas alimentarias tienen la obligación de poner en el mercado alimentos seguros, con un enfoque preventivo e integrado (del campo a la mesa) basado en el autocontrol. Más allá de definir una medidas preventivas, las empresas deben verificar que sus sistemas son eficaces y, en caso contrario, actuar en consecuencia. Es importante actuar con responsabilidad y diligencia en la prevención del riesgo.

2. La importancia de dar la cara

Todas las empresas alimentarias deben estar preparadas para comunicar frente a situaciones de este tipo. Hoy no comunicar no es una opción viable si queremos proteger no solo la salud de los consumidores, sino también la reputación de la empresa. Por tanto, todas las empresas deben tener una estrategia de comunicación clara, eficaz, que ayude a proteger a los consumidores, evitando en lo posible el escándalo y la desconfianza por parte de los consumidores.

3. Revisión de los mecanismos de vigilancia y coordinación por parte de las autoridades competentes

Asumiendo que los recursos públicos son finitos, por lo que deben utilizarse de forma racional, la frecuencia del control oficial al que está sujeta una empresa se define en función de una evaluación de riesgo. Por lo tanto, las autoridades competentes juegan un papel muy importante en garantizar que todos los operadores actúan de forma responsable y de acuerdo a la ley. Entendiendo que el riesgo 0 no existe, debemos esperar que los mecanismos de vigilancia funcionen y actuar de forma coordinada con las autoridades competentes.

Las empresas. Tienen la obligación de poner en el mercado alimentos seguros, y contar con protocolos de autocontrol.

4. El tiempo como factor clave en la gestión de alertas

Las autoridades competentes han reconocido que, debido a un error en la gestión de las muestras enviadas al laboratorio municipal, se retrasó la activación de la alerta entre 3 y 4 días. Por lo tanto, en condiciones normales, la alerta se hubiera tenido que declarar el día 12 de agosto, en lugar del 15. Según el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias se observa como:

  • Un elevado porcentaje de afectados consumió el producto entre el 12 y el 15 de agosto.
  • La activación de la alerta tuvo un efecto positivo en la protección de los consumidores, observando un descenso muy significativo en la aparición de nuevos casos. De haberse decretado la alerta el día 12, el número de afectados por el brote hubiera sido mucho menor.

5. Colaborar con las autoridades competentes

El objetivo prioritario en la gestión de una alerta es la protección de la salud de los consumidores. Para ello, es esencial que las autoridades competentes dispongan de toda la información necesaria desde el primer momento. Se trata de identificar claramente el riesgo y los productos afectados, para proteger la salud de los consumidores y para no perjudicar a los productos evitando que la crisis afecte a todas las marcas. La transparencia y la colaboración son fundamentales.

6. Comunicación coordinada y transparente

La comunicación incide directamente en la percepción del consumidor y, por lo tanto, en su confianza. Es por ello que la comunicación es un elemento vital en la gestión de alertas si queremos evitar que éstas deriven en una crisis sectorial, como se ha producido en este caso. En las fases iniciales de esta alerta se cometieron errores de comunicación que posteriormente tuvieron que ser corregidos o desmentidos. Sin entrar en detalle, es de vital importancia que se informe a los consumidores desde el primer instante, de forma trasparente y sin especulaciones. De lo contrario la sensación de desconfianza crece, contribuyendo a convertir una alerta sanitaria en una crisis con consecuencias económicas para el sector.

7. Tomar medidas proporcionadas

Al cabo de pocas semanas de declarar la alerta de Magrudis, la Junta de Andalucía detectó la presencia de listeria en dos referencias de otras marcas. Si en este caso se acusó a las autoridades de haber retrasado en exceso la decisión de retirar todos los productos de la empresa, en estos 2 nuevos casos se decretó de forma inmediata la retirada del 100% de los productos y el cierre cautelar de dichas empresas. Sin perder de vista que el objetivo principal es proteger la salud de los consumidores, es importante tomar medidas que sean proporcionadas y no alimenten la alarma social. En estos casos, las medidas fueron levantadas a los pocos días, pero el daño en la reputación del sector ya estaba hecho.

De vital importancia. Comunicar de forma proactiva y coordinada, aislando el problema y reforzando la confianza en el resto de empresas del sector.

8. Mejorar las herramientas para la investigación frente a alertas

Durante el mes de julio de 2019 la Junta de Andalucía detectó un incremento importante en los casos de listeriosis detectados en Sevilla respecto el año anterior. Aunque existían sospechas de que algo estaba pasando, no fue hasta el 5 de agosto, fecha en la que enfermó una familia entera, que no se pudo identificar el producto causante del brote. Es importante analizar qué ventajas nos puede aportar la tecnología en estas fases previas a la declaración de una alerta, reduciendo los periodos de investigación y llegando a una activación temprana de la alerta.

9. No llevar la seguridad alimentaria al terreno de la batalla política

En la crisis de la listeria han intervenido tres autoridades competentes distintas, gestionadas por distintos partidos políticos. En las fases iniciales de la alerta se produjo un cruce de acusaciones entre administraciones que en nada contribuyó a solucionar el problema y generar confianza. En una época en la que cualquier cuestión es vista como arma política, debemos exigir a nuestros representantes que, frente a estas situaciones, dejen trabajar a los profesionales y actúen de forma responsable y coordinada.

10. La cadena alimentaria es tan sólida como su eslabón más débil

La protección de los consumidores, lejos de ser un elemento competitivo entre empresas, es un aspecto que nos debe ocupar y preocupar a todos. La mala praxis de uno, por efecto en la percepción del consumidor, puede afectar de forma importante al resto de operadores, por muy sólidos que sean sus sistemas. Por eso es de vital importancia que las empresas y asociaciones sectoriales estén preparadas para comunicar de forma proactiva y coordinada frente a cualquier problema de reputación que les afecte, directa o indirectamente, aislando claramente el problema y reforzando la confianza en el resto de empresas del sector.

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XAVIER PERA
Responsable de Seguridad Alimentaria y Calidad de AECOC

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