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La inteligencia artificial y la biogenética sintética nos van a transformar. Por completo. Comeremos alimentos editados genéticamente, personalizados, viajaremos en coches autónomos –mientras hacemos cualquier cosa menos conducir–, y la logística, terrestre y marítima, también será autónoma. Y es solo la punta del iceberg. La revolución tecnológica impactará en todos los ámbitos y negocios. Según Javier Sirvent, Technology Evangelist, la mejor manera de adaptarnos pasa por unir conceptos y sectores y sobre todo por ser curiosos y formarnos constantemente.

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El perfil de Tecnhonolgy Evangelist nació en Silicon Valey para referirse a los expertos que promocionan e impulsan la tecnología y divulgan sus beneficios. Javier Sirvent ha sido pionero en definirse con este término en España. “Me pusieron ese nombre para presentarme en un evento, me gustó y me lo quedé”, asegura este emprendedor valenciano apasionado por la tecnología. “Siempre he sido empresario. Me han ido muy bien los negocios, siempre tecnológicos, pero me ha ido muy mal con los socios. Por eso decidí dedicarme a que otros pusieran en marcha esos proyectos o ayudarles a tener una visión más amplia del futuro desde la perspectiva tecnológica”, afirma Sirvent. Entre sus logros, destaca haber desarrollado el primer sistema de seguimiento del servicio de grúa en tiempo real –hace 9 años, cuando solo el 14% de la población tenía smartphone–. A través de la geolocalización de la grúa se reducía la incertidumbre de los conductores que esperaban asistencia en carretera. “Una de las ventajas de la tecnología es que reduce la incertidumbre. Si puedes eliminarla, tienes un negocio”, afirma Javier Sirvent. Y otra de las bases de las empresas basadas en tecnología es colocar al cliente en el centro. “Las GAFA –Google, Amazon, Facebook, Apple– se han centrado en el cliente desde que nacieron. De hecho, la tecnología va a destruir más rápido a aquellas empresas o sectores que hayan descuidado al cliente”, advierte Sirvent.

Barreras legislativas. Cuando llegan avances profundos, Estados Unidos hace negocio, China copia y mejora y en Europa legislamos, paralizando negocios y eliminando oportunidades.

Charo Toribio: La revolución tecnológica es una realidad. ¿Qué tecnologías van a provocar el mayor impacto en gran consumo?

Javier Sirvent: Sin duda, la inteligencia artificial y la biogenética sintética. Ambas van a provocar un impacto enorme en todos los ámbitos: la alimentación, nuestra forma de vivir, la esperanza de vida… Son cambios mucho más profundos y rápidos que los que se dieron con la llegada del smartphone, por ejemplo. La biogenética sintética, una de las grandes apuestas en Silicon Valley, está directamente vinculada con la alimentación. Es un sector enorme, pero en Europa estamos fuera porque estamos legislando en contra. Como ya ha sucedido otras veces, cuando se dan avances de esta profundidad, Estados Unidos hace negocio, China copia y mejora y en Europa legislamos, con lo que paralizamos el avance y eliminamos oportunidades de negocio. Estamos asistiendo a un empobrecimiento masivo en Europa a causa del auge de las grandes tecnológicas estadounidenses y asiáticas.
El presidente de Bayer hace unos meses advertía que en Europa, si no cambiamos nuestra producción agrícola, veremos el final de la dieta Mediterránea en cinco años. Tenemos que investigar y apoyar nuevas técnicas. Sin embargo, la Unión Europea ha prohibido la investigación en edición genética de alimentos. Y además tenemos la presión que ejercen Estados Unidos y Asia, que nos han declarado la guerra comercial y actúan como lobby.

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Edición genética. El ADN, que ha tardado más de 4 millones de años en programarse solo, hoy se puede programar con una máquina y obtener el resultado en tiempo real.

Comentaba que la inteligencia artificial también impactará en la alimentación, ¿de qué manera?

La edición genética está muy ligada a la inteligencia artificial. De hecho, los algoritmos de inteligencia artificial simulan los de nuestros organismos vivos. Desde una hortaliza hasta cualquier pescado, se han modificado durante miles de años, porque nuestros genes se han ido adaptando a nuevas temperaturas, nuevas regiones, etc. y los algoritmos que han hecho posibles esos cambios se están estudiando y conjugando con inteligencia artificial. Lo que ha tardado cuatro millones de años en programarse solo, hoy podemos programarlo con una máquina y obtener el resultado en tiempo real. Ya estamos notando el impacto de estas tecnologías. Ya no hay medio plazo. CRISPR, la técnica de edición genética, apenas tiene siete años y ya estamos trasplantando órganos de animales editados. Va a una velocidad exponencial, 14 veces más rápido que la Ley de Moore en algunos ámbitos, cuando la Ley de Moore indica que cada 18 meses se duplica la potencia de la tecnología.
Vamos a comenzar a comer alimentos editados y personalizados. Podremos hacer alimentos específicos para personas con intolerancias o alergias. Y, por ejemplo, puede que en cinco o seis años vayas a Segovia y en un restaurante te pregunten: “¿Quiere cochinillo normal, de toda la vida, o este que no tiene colesterol, tiene más sabor y va muy bien para la psoriasis?” Quizá te interesa más el segundo, porque es más sano, aunque te cueste cinco veces más. Y por más que el animal se haya criado en la sierra española, la patente de quién creó esa especie será estadounidense o china. Y eso puede extenderse a cualquier alimento. Ya hay vacas que se editan genéticamente para que tengan un 30% más de carne y menos grasas. Y nada de esto se está haciendo en Europa.

Conocimiento. El empresario que nunca sale del despacho está muerto. Tienes que conocer a tu competencia o cómo gestionan sus equipos otras compañías.

¿Qué otros campos recibirán el impacto de la inteligencia artificial?

La logística será otro de los sectores que se transformarán por la inteligencia artificial. En 10 años la mayoría de los camiones serán autónomos, sin conductor. La logística será completamente diferente, más ecológica, segura, rápida, económica…. Incluso ya se están probando los primeros buques autónomos en los Países Bajos para unir dos puertos logísticos. Así, se podrán ahorrar los 40.000 camiones que se empleaban al año para cubrir esa ruta, reduciendo también la contaminación y el riesgo de accidentes. Y el siguiente paso, en el que ya se está investigando, es que la carga y descarga de esos buques también se realice de forma autónoma. Todo esto es posible gracias a la inteligencia artificial, que es tan amplia, avanza a tal velocidad y con unos modelos de negocio tan rompedores, que van a transformarlo todo. Gracias a la inteligencia artificial, en 2050 una sola máquina será más inteligente que toda la humanidad junta pensando a la vez.

¿Y cómo impactará en el empleo? ¿qué profesiones o sectores están en riesgo?

Comenzarán desapareciendo los trabajos peligrosos, aburridos o que nadie quiera hacer y que puedan ser sustituidos por máquinas. Que los sustituyan lo antes posible y que las personas se formen y se dediquen a un trabajo más humano, creativo y de equipo. La profesión de basurero, por ejemplo, claramente será sustituida por máquinas. Como decíamos, algunas profesiones vinculadas con la logística también están en peligro, como los conductores de camión o de barco, y negocios como las autoescuelas tendrán cada vez menos sentido.
Muchos otros sectores desaparecerán por las transformaciones de las industrias de su alrededor. Por ejemplo, los bancos saben que no podrán competir con Amazon. Y llevan años cayendo: en 12 años se han cerrado 34.000 oficinas de banca. Y estas empresas de banca están tratando de sobrevivir ofreciendo seguros. Por tanto, las compañías de seguros o se transforman o se fusionan con banca o desaparecerán.
Por otro lado, surgirán una gran cantidad de nuevas oportunidades, por ejemplo, en el transporte privado. Vamos a pasar del “me gusta conducir” al “hoy no me apetece conducir”, un concepto que lo cambiará todo. Conducir será de pobres y todos queremos ser ricos. Con los vehículos autónomos podremos desplazarnos durmiendo, comiendo, trabajando, viendo una película, que el coche vaya solo a llevar a los niños al colegio… En Alemania hoy ya se venden más Teslas de gama alta que BMWs y Mercedes juntos. Y surgen una cantidad de oportunidades brutal, porque el coche necesitará estar preparado para que podamos dormir, escuchar música, ver películas y series…. Y por supuesto, todo este entretenimiento incluirá publicidad, que es el gran negocio que busca Google, que está desarrollando su propio software de conducción autónoma Waymo. Y de nuevo, en la conducción autónoma deberíamos controlar qué puertas dejamos abiertas a compañías extranjeras en el ámbito legislativo, mientras castigamos a las españolas con impuestos.

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Conducción autónoma. Vamos a pasar del “me gusta conducir” al “hoy no me apetece conducir”. Conducir será de pobres.

¿Qué le recomendaría a cualquier empresa para sobrevivir a la revolución tecnológica?

Hay cuatro factores clave para que las empresas tengan éxito en el nuevo contexto:

  • Líderes sí o sí. Es fundamental la capacidad para liderar. Si los directivos no son líderes reales, si no conocen a su equipo, a la empresa, no podrán evolucionar. Por ejemplo, el director general de Cabify dedica un día al mes a salir a la calle con su coche para atender a clientes. Tienes que saber qué pasa en tu empresa, hacer equipo, liderar, si solo estás en el despacho te asustarás cuando lleguen los cambios y no serás capaz de adaptarte.
  • Formación. Necesitamos formación constante para adaptarnos a las nuevas tecnologías, para que las personas entiendan cómo van a lograr ser más eficientes, más competitivos si un robot les ayuda a hacer determinadas tareas, por ejemplo.
  • De producto a servicio. El futuro es de los servicios. Los empresarios tienen que ser conscientes de que si fabricaban productos, es muy probable que se conviertan en un servicio. Es lo que pasó con la música, se dejaron de comprar CDs para contratar servicios de suscripción como Spotify. En España partimos con ventaja porque somos un país de servicios. Tenemos que potenciar este concepto.
  • El cliente en el centro. A través de la tecnología podemos centrarnos en el cliente, en conocerle a fondo, saber si necesita un producto o servicio, cuándo, cómo y qué está dispuesto a pagar. Los GAFA – Google, Amazon, Facebook y Apple– han situado al cliente en el centro desde que nacieron. Y ahora son gigantes que entran en nuevos mercados: Facebook en la banca, Google en la biogenética (con Calico) y Amazon entra en todas las “guerras”. Y si pueden hacerlo es, entre otras cosas, porque durante años se han centrado en el cliente y le conocen a la perfección. La tecnología es solo una herramienta, pero el fin son las personas.

LO QUE VIENE…

Analizando el desarrollo actual y potencial de las tecnologías, Sirvent vaticina algunos de los hitos que veremos en los próximos años:

  • Inteligencia artificial. En 2050 una sola máquina será más inteligente que toda la humanidad junta pensando a la vez.
  • Logística. En 10 años la mayoría de los camiones circularán sin conductor. Y ya estamos viendo las primeras pruebas de buques autónomos.
  • Automoción. En 10 años las principales marcas de coches eléctricos y autónomos serán chinas.
  • Genética. En 3 años solo nos costará 1€ obtener nuestro ADN. Hoy ya es posible obtenerlo por 200€.
  • Medicina. En 10 años enfermedades como el cáncer o el alzhéimer serán tratables. Morirán las mismas personas de cáncer que las que hoy mueren de SIDA.
  • Pagos. En 5 años pagar con tarjeta será vintage. Crece el pago por móvil, por ejemplo a través de Whatsapp como ya ofrece Starbucks.

Las personas, los clientes, son tan importantes que usted afirma que la divisa real son los datos personales, ¿no es así?

Exacto, la divisa del futuro son los datos personales. El dinero más valioso no está en el banco, ni en las propiedades, está en los datos de nuestros teléfonos. El valor de estos datos depende del buen o mal uso que hagamos de ellos. El tráfico de datos genera más ingresos que el tráfico de armas y drogas juntos. Y tenemos que estar alerta porque en el último año los cyberdelitos han crecido en un 7% en todo el mundo y sobre todo en Europa, donde nos falta concienciación. Hace unos meses a una marca de coches de lujo, con varios concesionarios en España, les secuestraron los datos. Habían accedido a la lista de sus clientes y sabían si los habían pagado en efectivo, así podían chantajearles con denuncias si no habían declarado esas cantidades… A cambio de no comenzar con las demandas les pidieron un rescate altísimo. Y la empresa no lo denunció por miedo a que sus clientes se enteraran. Hoy puedes hundir a una empresa con un solo clic.

¿Cómo podemos protegernos?

Siendo conscientes, sobre todo con más formación. Hay que invertir en formación. Tenemos herramientas como WhatsApp pero nadie nos ha enseñado sus riesgos, no somos conscientes. Y, sin embargo, ya estamos incluso pagando a través de Whatsapp, como pasa en Starbucks. De hecho, en 5 años pagar con tarjeta de crédito será vintage.
En redes sociales nos están leyendo continuamente, están utilizando nuestra información y no somos conscientes, no le damos valor. No hay que ser catastrofista, pero sí tenemos que ser realistas. Y para combatir estos riesgos debemos cambiar la formación tanto empresarial como de nuestro sistema educativo global, porque a nuestros hijos les hemos enseñado trabajos que serán sustituidos por máquinas.

¿Cómo debe cambiar la formación?

La imagen del profesor explicando y los niños tomando notas es la misma que la de los escribanos de hace 3.000 años en el Antiguo Egipto. Tenemos que instruir a nuestros empleados, a nuestros jóvenes en nuevas habilidades y no en memorizar, porque cualquier trabajo repetitivo lo hará mejor una máquina. Tenemos que potenciar las capacidades humanas, la creatividad, el trabajo en equipo y la gestión de la incertidumbre.
Todo pasa por la formación, que tendrá que apoyar las nuevas profesiones, incentivar la creación de nuevas empresas y dejar de demonizar a los empresarios. Vivimos en el país con la mayor esperanza de vida, por delante de Japón. Si seguimos así, cuando nos jubilemos no habrá tejido laboral suficiente para pagarlas. Estamos abocados a una crisis o a una revolución de dimensiones enormes.

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Empleo. Las máquinas van a ocuparse de los trabajos peligrosos, aburridos o que nadie quiera hacer.

De hecho, en sus conferencias habla de “Digitalización: susto o muerte”. ¿En qué punto estamos en España?

El susto ya nos lo estamos pegando, pero tenemos que intentar que no llegue a muerte. Para eso es importante potenciar el emprendimiento y no poner trabas a las grandes empresas.
En la automoción, por ejemplo, estamos avanzando en la dirección equivocada, estamos yendo hacia el coche eléctrico, donde los líderes son los asiáticos, en lugar de potenciar otros combustibles como el gas, donde sí que podríamos competir aplicando ingeniería. Estamos en la fase de “vamos a matar al diésel”, pero no estamos preparados, llegamos tarde a ese cambio y además si pasamos a fabricar coches eléctricos, el 60% de los trabajadores del sector de la automoción se quedarán sin empleo. A esos trabajadores habrá que formarles, transformarles.
Tendríamos que aprender de lo que ya ha pasado con los móviles, por ejemplo. Hace doce años eran europeos o estadounidenses (Nokia, Erikson, Motorola, Blackberry, etc.). Y hoy son chinos, hasta Apple fabrica en China. Los vehículos también serán chinos en 10 años. Y eso es terrible para España, donde la automoción representa el 11% del PIB. Necesitamos políticas coherentes, legislar a favor de nuestros puntos fuertes y aplicar tecnología en todos los sectores.

¿Cómo podemos activar el radar para detectar las oportunidades que nos brinda la tecnología?

Lo más importante es ser curiosos y formarnos constantemente, asistiendo a eventos, relacionándonos con otros profesionales, etc. El empresario que nunca sale del despacho está muerto. Tienes que conocer a tu competencia, quién está intentando entrar en tu mercado o tu sector, cómo gestionan sus equipos otras compañías…. Y es el momento de las asociaciones, de unirse y establecer pactos. Cuando se unen dos empresas, aunque sean completamente diferentes, pueden construir algo compatible y enriquecedor. Puede unirse la automoción con la alimentación, por ejemplo, en los coches autónomos en los que podrás ir comiendo. O puedes aplicar los drones a la pesca, para que en lugar de desplazar un barco de x toneladas, vueles en 10 minutos con un dron.
En este sentido es fundamental que seamos polímatas, un concepto que tiene que ver con unir técnicas y ciencias diversas. Yo mismo me considero un polímata porque no soy experto en nada, pero se me da bien unir conceptos. Por ejemplo, no soy experto en inteligencia artificial, pero sé en qué punto está y hasta dónde puede llegar. También sé algo de logística, computación, alimentación, retail… y lo uno todo. El concepto de polímata, que todavía no es muy conocido, será cada vez más común. Leonardo Da Vinci fue el padre de los polímatas: era ingeniero, matemático, pero sobre todo era curioso, que es lo que caracteriza a todos los polímatas. Elon Musk –director general de Tesla Motors y de SpaceX, presidente de SolarCity y copresidente de OpenAI– es un excelente ejemplo de polímata, no actúa en un solo sector o materia. Es mejor no ser experto en nada, si no saber un poco de todo. Si solo conozco un tema el “tsunami” me puede venir de otro lado y arrasarme. Sin duda, el futuro pasa por unir elementos, aplicando creatividad y contando con la tecnología como aliada.

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Educación. Tenemos que potenciar las capacidades humanas, la creatividad, el trabajo en equipo y la gestión de la incertidumbre.

DEEP MACHINE LEARNING

Combinando inteligencia artificial y reconocimiento visual, Amazon y Google consiguen “alimentar” sus enormes bases de datos y desarrollar sistemas de Machine Deep Leraning. Estos son dos de los ejemplos que nos explica Javier Sirvent:

  • Amazon Go. Estas tiendas, sin empleados, cuentan con 1.000 cámaras para registrar los movimientos y expresiones faciales del consumidor. Amazon ha organizado este supermercado para contar con el mejor sistema de análisis del consumidor, para saber cómo reaccionamos a cada producto, cómo leemos las etiquetas… Tienen una respuesta directa y en tiempo real de la reacción de los consumidores a cada producto. Así han logrado la mayor base de datos de reconocimiento visual y machine deep learning del mundo.
  • Google. Todos trabajamos para Google, que está desarrollando su propio software de conducción autónoma (Waymo). Le ayudamos a identificar coches, matrículas, señales de tráfico, etc., a través de los captchas que aparecen en nuestras búsquedas para verificar que somos personas, en lugar de robots.

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