El crecimiento de la población y la mayor esperanza de vida, la demanda de productos más saludables, sostenibles y responsables o la pérdida de la superficie cultivable son sólo algunos de los retos que tendremos que afrontar en el futuro. ¿Qué respuesta podemos dar a estos desafíos? ¿En qué tipos de productos se traducirán estas tendencias?

Carlos Buxadé Catedrático de la Universidad y profesor emérito de la Universidad Politécnica de Madrid

Carlos Buxadé

Opiniones versus avances científicos

  • En el mundo, que es quién marca aquí las pautas, las tendencias vienen marcadas por un binomio complejo de conjugar: las opiniones y las emociones de los consumidores y las realidades y los avances tecnológicos (léase: organismos genéticamente modifi cados, clones, proteínas sintéticas, etc.)
  • En este contexto hay que distinguir claramente dos mundos: 
  1. El de los alimentos de origen vegetal. Donde no hay, ni robablemente habrá en principio, reticencia signifi cativa alguna por parte del consumidor con respecto a las innovaciones y aplicaciones tecnológicas. ​
  2. El mundo pecuario. Aquél que genera la proteína de origen animal, donde acontece todo lo contrario por razones de índoles antropológicas, antropomórfi cas, biocéntricas y patogénicas.

Daniel Ramón CEO de Biopolis SL

Daniel Ramón

Los 2 grandes retos de la alimentación

Hacer predicciones nunca es sencillo, pero en mi opinión hay dos cuestiones mayores que marcarán el futuro de la oferta alimentaria: 


 
  1. El aumento de la población mundial, hasta alcanzar los 9.000 millones de personas en 2050, ligado a la pérdida del 10% de los ecosistemas cultivables actuales por erosión, cambio climático o salinidad. Deberemos cultivar más, con menos superficie y con menos gasto de agua. Sin duda, esto irá ligado a cambios de dieta en el sentido de una reducción de la ingesta de proteína cárnica, cuya producción es ambientalmente costosa. 
  2. La inversión de la pirámide poblacional. En los países desarrollados seguiremos teniendo un descenso de la natalidad y un aumento de la esperanza de vida. La consecuencia será una necesidad de desarrollar nuevos alimentos funcionales para la fertilidad y el embarazo y para la población senior.

Marius Robles CEO y Co-fundador de Reimagine Food

Marius Robles

Innovación holística

  • Las novedades que están por venir en la alimentación impactarán directamente en nuestros platos, revolucionando lo que comemos y cómo lo comemos. Basta notar cómo muchas innovaciones que hoy son una realidad nos parecían ciencia-ficción hace sólo cinco años.

  • La penetración de las nuevas tecnologías, las startups o los modelos colaborativos están dando lugar a una nueva economía de la alimentación, que desde Reimagine Food hemos denominado EATnomics. 
  • Y en esa alimentación del futuro jugarán un papel fundamental tecnologías como la inteligencia artifi cial, el big data o el internet de las cosas, con su aplicación a las cocinas conectadas e inteligentes
  • En nuestra búsqueda por una alimentación mejor, tanto para nuestra salud como para el medioambiente, también vamos a ser testigos del auge de sustitutos cada vez más perfectos de la proteína animal –también en cuanto a cualidades organolépticas–, así como de productos fruto de la bio-ingeniería, cultivados directamente en el laboratorio. 
  • Nuestra sensibilidad hacia la sostenibilidad y el desperdicio alimentario cada día cobrarán más importancia. 
  • Las posibilidades son infinitas y emocionantes. Lo único indudable en este contexto es que la innovación es el único camino posible hacia el futuro de la alimentación.

Toni Massanés Director de Fundación Alicia

Fundación Alicia

Superalimentos y alimentación tabú

  • Súmenle nuestra deriva atávica hacia el pensamiento mágico y ya tenemos casi toda la comida ordenada en dos categorías: superalimento (kale, chía, endrina, cúrcuma, aguacate, agua de coco, zumo de trigo verde, moringa, kombucha…) o tabú (azúcar, gluten, lactosa, aditivos…). 
  • Será porque nuestro entorno es cada día más digital, pero también en temas de alimentación tendemos a pensar en ceros y unos: si-no, buenomalo… 
  • Este reduccionismo, que aparentemente ayuda a simplificar nuestras elecciones, impide la comprensión del hecho alimentario de una manera más global, la única coherente. 
  • Cuando la industria ve una oportunidad, intenta cazarla al vuelo, aunque no siempre las estrategias a corto plazo sean igual de buenas a largo. 
  • Añádanle los llamados particularismos alimentarios, sean por obligación o por elección: quien no es vegano por animalista o celíaco por salud sigue una dieta sin gluten, paleolítica, básica o détox. 
  • Lo cierto es que antes la mayoría comía lo mismo o parecido según el lugar y ciclo estacional; ahora cada uno es distinto y cambiante porque las tendencias son tendencia (y como toda tendencia, quizá esta también dejará de serlo, o por lo menos se ralentizará). 
  • Más allá de este frenesí, la salud y cada vez más la sostenibilidad preocupan como deben. Y ahí hay no solo responsabilidad, también oportunidades de largo recorrido porque cada vez somos más y el mundo da para lo que da. 
  • Así que hay que investigar en proteínas alternativas, carne vegetal o producida sin animales, productos reformulados a mejor en sentido pleno, educación para el consumo responsable, acuicultura sostenible, huertos verticales, gestión del agua, microalgas, necesidad de mantener sistemas alimentarios resilientes entorno las metrópolis (campesinos de proximidad), uberización, inteligencia artificial, robots asistentes en las casas que nos “ayuden” a comprar y cocinar cuidándonos (o así debería ser), investigación en probióticos, prebióticos, epigenómica, epigénética, nutrición personalizada, redescubrimiento de las tradiciones gastronómicas locales y refuerzo de la necesaria cocina doméstica basada en productos frescos, sin la cual es imposible comer bien.

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