Disfrutar de los encuentros familiares alrededor de la comida y la cena de estas fiestas navideñas y evitar al mismo tiempo el desperdicio de alimentos es posible si seguimos diez consejos clave. ¿Cómo? El proyecto liderado por AECOC “La alimentación no tiene desperdicio”, en el que participan más de 400 organizaciones –entre empresas fabricantes y distribuidoras, administraciones públicas y ONG– y que lleva cinco años de trabajo, destaca una decena de recomendaciones para conseguir, entre todos, un consumo responsable en Navidad.
¿Qué pueden hacer los consumidores en casa?
El 42% del total del desperdicio alimentario que se registra en la cadena agroalimentaria se produce en casa del consumidor. Tenemos al alcance de nuestra mano herramientas fáciles de usar y accesibles para luchar contra esta tendencia:
1. Prepara los menús navideños con antelación. Detalla y enumera los platos y los ingredientes y revisa qué tienes en la nevera y despensa antes de ir a hacer la compra. Evita comprar a última hora y con prisas, si dispones de más tiempo podrás escoger mejor los productos que vas a emplear. Antes de decidir el menú, ten en cuenta los gustos de los comensales, especialmente si entre ellos hay niños.
2. Organiza bien la nevera y usa envases adecuados para conservar bien los alimentos. En la zona más cálida, la que se mantiene entre 6 y 10 grados, deberían ir alimentos como huevos, leche, mantequilla, frutas y legumbres frescas. La zona más fría, que llega a cuatro grados negativos, se reserva para carnes y pescados, charcutería, cremas, postres lácteos, ensaladas envasadas y alimentos en proceso de descongelación.
3. Mantén la nevera y el congelador limpio. Idealmente, la nevera debe limpiarse una vez al mes, para poder así comprobar el contenido de los espacios y la fecha de caducidad de los alimentos que contienen.
4. Las sobras navideñas pueden tener una segunda vida mediante recetas creativas. Nada mejor que rescatar esas sobras convirtiéndolas en nuevos, deliciosos y equilibrados platos. Reaprovechar siempre ha sido una práctica tradicional muy recomendable para evitar el desperdicio. Muchas recetas deliciosas y tradicionales se pueden hacer a partir de restos de guisos y asados de pescado y de carne como por ejemplo los canelones, lasaña, pasta rellena, terrinas, pudding de pescado o croquetas.

El problema del desperdicio alimentario afecta a todos los eslabones de la cadena de valor, por lo que las soluciones se deben tomar también desde una perspectiva global.
¿Qué pueden/podemos hacer en los restaurantes?
6. Solicitar y ofrecer una caja con la comida que no hayamos consumido. La llamada “doggy bag” o bolsa para toda aquello que no hayamos podido disfrutar en el restaurante supone una oportunidad para realizar una comida al día siguiente o incluso más adelante si lo congelamos.
¿Qué pueden hacer las empresas?
Un problema global
El problema del desperdicio alimentario afecta a todos los eslabones de la cadena de valor, por lo que las soluciones se deben tomar también desde una perspectiva global. Para alcanzar un consumo responsable debemos ser conscientes del impacto que tiene el desperdicio desde un punto de vista económico, social y humanitario, y medioambiental.
En este sentido, llama la atención que, según la FAO, los residuos de comida generados en el mundo producen más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero o que el volumen total de agua que se utiliza cada año para producir los alimentos que se pierden o desperdician (250km3) equivale al caudal anual del río Volga.
En España, en concreto, se desperdician anualmente 7,7 millones de toneladas de alimentos, según la Comisión Europa, lo que nos sitúa en el séptimo lugar de Europa. Sin embargo, nuestro país ocupa en
Europa el segundo lugar en cuanto a presencia de bancos de alimentos y, en el último año, las donaciones alcanzaron los 104 millones de kg de alimentos.