Entrevista

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Rosa Galende
|
rgalende@aecoc.es
Código 84 Nº
263
|
Octubre 2023
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Alfonso Jiménez
Presidente de Cascajares
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Cascajares levanta el vuelo de nuevo y abre su nueva fábrica en Dueñas (Palencia) tan sólo 8 meses después de que la anterior fuera devorada por las llamas. A punto de cumplir 30 años, la empresa celebra su renacer de las cenizas con el lanzamiento al mercado de un nuevo producto, “El Ave Fénix de Cascajares”, con el que Alfonso Jiménez –Ceo de la empresa– quiere salir de esta crisis contando su historia de superación, vendiendo y acelerando. El Ave Fénix de Cascajares es, además, un producto solidario que ayudará a recuperar la biodiversidad de la Sierra de la Culebra (Villadeciervos, Zamora), un enclave que en el verano de 2022 sufrió un devastador incendio. Le apoya en este objetivo su gran amigo el chef José Andrés.

La noche del 26 de enero de 2023 el fuego arrasó la fábrica de elaborados cárnicos de Cascajares en Dueñas (Palencia). No quedó nada, más allá de un amasijo de hierros y cenizas. 

Solo unos días antes Alfonso Jiménez, su fundador junto a Paco Iglesias, sentía que la empresa estaba en su mejor momento. Tras pasar unos años difíciles por la pandemia, cerraron 2022 con 12 millones de euros de facturación, un 20% más que en 2019, y preveían alcanzar los 20 millones de euros este 2023. Alfonso Jiménez percibía que estaba “tocando el cielo con los dedos”. Pero el destino tenía otros planes y el 27 de enero ni él ni sus empleados tenían una fábrica a la que acudir a trabajar.

¿Cómo se rehace un empresario de un golpe tan fuerte? ¿Cómo gestionar una crisis social y económica de tal magnitud? ¿Cómo lidiar con la Administración y los medios de comunicación? ¿Cómo levantar la moral del equipo y transmitirles confianza en el futuro? ¿Cómo recuperar la actividad rápidamente y aprovechar el shock generado por el fuego para cohesionar al equipo y reforzar la marca? Tras ese impacto emocional tan fuerte, ¿cómo canalizar la energía de todos para reconstruir la empresa y salir de esa crisis acelerando?

En primera persona, Alfonso Jiménez nos cuenta la bajada al infierno de Cascajares y su renacer cual Ave Fénix. A través de su relato veremos cómo piensa y cómo actúa un empresario en sus horas más bajas y cómo se reconstruye para seguir creando empleo y siendo ejemplo para otros empresarios, para la sociedad y sobre todo para su familia. Confiamos que sus “lecciones aprendidas”, que generosamente comparte con nosotros, puedan ser de utilidad para aquellos que, en algún momento como él, tengan que lugar contra ‘la adversidad’”. Este es el relato de los hechos realizado por Alfonso Jiménez para la revista Código 84, de AECOC.

Una llamada en medio de la noche

Me despierto en medio de la noche sobresaltado. Mi teléfono está sonando. Son las 3:15 de la madrugada del 26 de enero. Alguien me dice:

– Alfonso, hay fuego en Cascajares.

La frase cae a plomo. Salto literalmente de la cama. Mi mujer pregunta:

– ¿A dónde vas?

– A la fábrica. Hay un fuego en Cascajares.

Tardé 17 minutos en llegar hasta la fábrica. El fuego era relativamente pequeño. Entonces todavía parecía posible apagarlo. Mi primera preocupación fueron las personas que, afortunadamente, ya estaban a salvo. El incendio se había iniciado a las 3.00 de la madrugada por el calentamiento del cuadro eléctrico de una máquina. En ese momento había 5 obreros trabajando con mascarillas, buzos, gorros, tapones en las orejas… ¡Que pudieran salir del fuego indemnes es lo más grande! 

Los bomberos que había hicieron lo que pudieron, y les estoy muy agradecido por ello, pero pronto fue evidente que no se podía hacer más. Fue desolador ver las llamas fortalecerse y alcanzar todos los rincones de la fábrica.

Esa noche vi arder mi vida delante de mis narices. Se truncaron mis sueños. Se quemaron 30 años de historia de Cascajares. Aquello era irreparable. Los trabajadores lloraban. ¡Qué impresión ver ese sentimiento tan fuerte en todos ellos! Lloraba también mi socio, Paco Iglesias, que es frío como el hielo. ¡Viéndolo sollozar a él, habitualmente tan templado y sereno, tomé conciencia de la magnitud de la tragedia! En esos momentos yo no lloré. No podía. Me salió de dentro una fuerza que no sabía que tenía.

Arde Cascajares ¿quién me puede ayudar?

Nunca antes se me había quemado una fábrica. Nunca piensas que algo así te puede pasar a ti. No sabía qué hacer. Recordé entonces que Nacho González, en ese momento director general de Pescanova y presidente de AECOC, había tenido que hacer frente a un incendio similar unos años antes, siendo director general de Campofrío. A las 6:00 de la madrugada le envié un WhatsApp.


– Nacho, necesito hablar contigo. Es urgente.

Me llamó a los 5 minutos.
– Alfonso, ¿qué te pasa?

– ¡Se me ha quemado Cascajares!

– ¡Vale! Te voy a ayudar. En primer lugar, te voy a poner en contacto con el gabinete que me ayudó a mí con el incendio de la fábrica de Campofrío en 2014. ¡Fíate de ellos!

Hablé varias veces con él a lo largo de la mañana y me dio unos consejos maravillosos que me fueron de gran ayuda. Me dijo:

– Alfonso, de esta se sale.

– Tú no puedes con todo. Deja hacer a tu equipo.

– Transmite a tu gente y a la sociedad que tu obsesión es recuperar las operaciones y el negocio. Diles que estás feliz porque no se han producido daños personales. 

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El ave fénix“Este es el primer incendio que hemos tenido, pero hemos construido ya cuatro fábricas. No nos asusta montar una quinta”.

Gabinete de crisis

Cuatro horas después del incendio, a las 7 de la mañana, nos reuníamos por videoconferencia con la empresa que ayudó a Nacho con el incendio en Campofrío, que son expertos en grandes siniestros. El objetivo de esa reunión era establecer cuáles iban a ser los siguientes pasos con el seguro, con la Administración, con los empleados… Fue un trabajo ímprobo y agotador, 7 días a la semana, 24 horas al día. No había tiempo para llorar, no había tiempo para lamentarse. Ni siquiera para estar cabreado. Teníamos que centrarnos en cómo recuperar rápidamente las operaciones.


Cada Navidad damos de cenar a 600.000 personas. Teníamos exactamente 11 meses para recuperar eso. La cuenta de resultados de una empresa es sagrada. ¡Y Cascajares vive de la Navidad! En Navidad es cuando hacemos nuestro ebitda. O retrasábamos la Navidad o hacíamos la nueva fábrica en un tiempo récord. Tremendamente ayudado por los mensajes de Nacho –“Alfonso, no te cargues tú con todo; tú no eres Dios”– afloró de una manera muy natural en qué somos buenos cada uno de nosotros:


– Nuestro director general, Rodrigo Ruiz, es muy bueno en operaciones y se ocupó por tanto de la parte más ejecutiva.


– Mi socio, Paco Iglesias, es muy bueno en finanzas y se ocupó del seguro, de los bancos y de hablar con la Administración.


– Yo me ocupé de la parte social, de la gente, en el sentido más amplio. Me ocupé de los trabajadores, de la comunicación con la sociedad y de la relación con las instituciones. Me dije:


– Hay que sacar esto adelante y vamos a tratar de obtener de cada uno lo que nos pueda dar, porque en una situación así, toda ayuda es poca.

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En la imagen, el cartel de Cascajares que sobrevivió al incendio.

Los mensajes

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De forma totalmente inesperada, el incendio sucede. Te piensas que es el final de todo y es justo el principio. Toca volver a empezar. ¡Es muy duro, pero es la vida!.


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La parte menos optimizada en las empresas no son las máquinas, ni los almacenes, ni el capital; es el talento de las personas. En las peores circunstancias, la gente se crece. ¡Ha sido brutal ver como nuestra gente se ha hecho grande!


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Durante el covid el mundo se paró prácticamente para todos en todas partes, pero estos meses el mundo ha ido corriendo a zancadas y nosotros hemos estado con una pierna atada a la espalda.


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Todo es cíclico. Nada es para toda la vida. Ni lo bueno, ni lo malo. Ahora estamos en un ciclo malo, pero no tengo ninguna duda que nos llegará otro ciclo bueno. 


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