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Ignacio García Magarzo
Director general de Asedas

La crisis sanitaria del COVID ha puesto a prueba la eficiencia y coordinación del sector alimentario y el examen se ha superado con nota ¿Cuáles han sido las claves para hacerlo posible?

Las claves principales han sido garantizar al consumidor español el abastecimiento de productos de alimentación en estas condiciones difíciles. Ha sido un gran logro que no es fruto de la casualidad ni de la improvisación. Ya sabíamos que la distribución alimentaria española era una de las más eficientes de Europa, pero, durante estas últimas cuatro semanas, lo hemos podido comprobar. También sabíamos que España era una gran potencia agroalimentaria, líder europeo y mundial en producción y fabricación de un gran número de alimentos. y hoy ya somos plenamente conscientes de las ventajas que eso supone en estas circunstancias. Y también conocíamos las ventajas del modelo de distribución alimentaria de proximidad, que los empresarios españoles habían construido durante los últimos años, y hoy somos más consientes aún de los beneficios que eso entraña para la inmensa mayoría de los consumidores que, muy cerca de sus hogares, disponen de un número importante de establecimientos, de distintos tipos y formatos, donde proveerse de todos los productos básicos que necesitan.

¿Cuáles son los principales desafíos para las empresas de distribución a la hora de hacer frente al COVID-19?

Los retos que han tenido que superar los empresarios de la distribución para adaptarse a los cambios de estos días de vértigo han sido enormes. Como ellos dicen, han tenido que cambiar piezas de un coche de carreras, que circulaba por un circuito lleno de curvas, a más de 200km/h. Para ello han necesitado una gran capacidad de reacción y, sobre todo, un enorme liderazgo. Reorientar a las personas y a los procesos para adaptarse a un cambio de situación tan radical, en muy pocas horas, ha confirmado que las empresas tienen una gran cultura de compañía, una gran capacidad de esfuerzo y una vocación de servicio admirables. En especial, los trabajadores de los supermercados han demostrado una responsabilidad, una capacidad de adaptación y un orgullo de pertenencia al sector por encima de cualquier expectativa.

¿Cree que esta crisis ha servido para mostrar a la sociedad la eficacia y coordinación de la cadena agroalimentaria?

Esta crisis ha demostrado que la cadena de valor agroalimentaria funciona a un altísimo nivel. Los proveedores del comercio y la distribución -los productores primarios, las cooperativas y la industria alimentaria- han dado una respuesta inmediata a los rápidos cambios de surtido y a las nuevas necesidades, con una enorme capacidad de reacción. También las empresas auxiliares han tenido un papel fundamental para que todo siguiera funcionando, desde los fabricantes de equipos protectores a los de sistemas de frío, pasando por el transporte -más esencial que nunca- o los fabricantes de envases y embalajes de todos los materiales -que hoy ya nadie se atreve a cuestionar-.

¿Cuál es su visión con respecto al futuro y al impacto económico de esta crisis?

Nuestro país sufre una herida muy profunda que, entre todos, vamos a curar, pero hay que insistir en que “esto no puede parar”. La economía española no puede detenerse y es urgente reanudar la actividad en todos los sectores en que sea posible. Es indispensable hacerlo para evitar que la crisis económica a la que nos estamos viendo abocados, se convierta en una crisis social. Y si todos hacemos lo que debemos hacer, pero lo hacemos más y mejor que nunca, no tengo ninguna duda de que nuestro país superará pronto esta grave situación. Lo creo firmemente porque ya lo estoy comprobando, todos los días, viendo a las empresas y los trabajadores de la distribución alimentaria servir a la sociedad.

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