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Tribuna económica | Francisco Javier Campo, presidente de AECOC

La economía española crece por encima de las expectativas apoyada por la demanda interna y el buen comportamiento de las exportaciones, que han pasado de representar el 25% del PIB español al 34%. Sin embargo, como explica Javier Campo, presidente de AECOC, existen también importantes desafíos que amenazan esta buena evolución, entre los que destaca el desempleo, la elevada deuda exterior y la demografía, la peor del mundo si exceptuamos a Japón.

Vivimos en un mundo marcado por los cambios en todos los ámbitos: geopolíticos, sociales, culturales, tecnológicos… Y todo proceso de cambio lleva aparejada una gran incertidumbre. A pesar de ello en estos momentos la economía española crece por encima del 3,2%, prácticamente el mismo nivel que el año pasado, muy por encima de las expectativas de crecimiento de hace un año. Además, la española —y esto es quizás lo más importante— es la única de las economías desarrolladas que ha revisado al alza sus expectativas de crecimiento para 2016. Hay dos motores que explican esta performance de la economía española: por una parte la demanda interna y por otra las exportaciones. 

La demanda interna 

La demanda interna está teniendo un crecimiento muy vigoroso basado, sobre todo, en el consumo de los hogares, que explica dos tercios del crecimiento de la demanda interna. Y el consumo de los hogares depende fundamentalmente de (1) la renta bruta disponible —que es la cantidad de dinero que tienen realmente para poder consumir— y (2) el índice de confi anza de los consumidores, que determina su propensión al gasto. El índice de confianza se ha visto afectado por la incertidumbre política vivida durante este año hasta la formación del nuevo Gobierno, lo que debería haber condicionado negativamente el consumo, sin embargo no está siendo así porque la renta bruta disponible, que es el otro gran componente que afecta al consumo, está teniendo muchos factores que están ayudando positivamente, como son: el precio del petróleo, la evolución de los tipos de interés, la reducción de IRPF, así como la buena evolución del turismo y el empleo. 

  • Bajada del precio del petróleo. El precio del petróleo actúa sobre la economía española igual que un impuesto: cuando el precio del petróleo baja es como si hubiese habido una bajada de impuestos y, como consecuencia, se produce un incremento de la renta bruta disponible y de la capacidad de gasto de los consumidores. 
  • Reducción de los tipos de interés. Debido a los bajos tipos de interés, desde el 2013 los hogares se han ahorrado alrededor de 4.000 o 5.000 millones de euros al año. Para hacernos una idea: si este año tuviéramos los mismos intereses de enero del 2014, se hubieran pagado 14.000 millones de euros más. Esto es aproximadamente el equivalente a que el precio del petróleo haya bajado de 100 a 50 dólares el barril. 
  • Bajada del IRPF. El IRPF tuvo una rebaja el año pasado. Esa decisión ha permitido meter otros 3.000 millones de euros en la renta bruta disponible de los hogares. A cambio de eso en el 2015 el déficit estructural, que se había reducido mucho entre el 2011 y el 2014, creció un punto, y esto es lo que preocupa a la Unión Europea. Y este año va a volver a situarse por encima del 3% del PIB. Esto significa que las noticias que vamos a tener el año que viene desde el punto de vista fiscal no van a ser buenas para el consumo, porque este déficit se tiene que reconducir de alguna manera. 
  • Temporada turística excepcional. El turismo está mucho más vinculado al sector exterior que a la demanda interna, pero a la vez es una industria muy transversal que tiene efecto en toda la economía del país. De hecho, muchas de las empresas vinculadas al sector turístico son pymes, microempresas o autónomos que cuando hay una temporada turística excepcional tienen mucha más capacidad de gasto. Pero hemos de ser conscientes de que una parte importante del turismo que tenemos es prestado, como consecuencia de la inseguridad en todos los demás países de la cuenca del Mediterráneo. 
  • Fuerte creación de empleo. Este año se van a crear medio millón de empleos, lo que significa nuevas rentas disponibles en 500.000 hogares, y por tanto, mayor capacidad de consumo. Además, estamos viendo que crecen las compras con tarjeta, que es probablemente uno de los indicadores que mejor explica cómo se está comportando el consumo. De hecho, este año las ventas con tarjeta están creciendo a doble dígito —entre un 10% y un 15%—, lo que indica que el consumo está funcionando francamente bien. 

Las exportaciones

Desde el año 2010 hemos ganado una enorme competitividad con un impresionante esfuerzo colectivo de los españoles para realizar una devaluación interna, que ha sido al final bastante bien gestionada por la sociedad española. Como consecuencia de esta devaluación interna, las exportaciones han tenido un comportamiento absolutamente excepcional, pasando de representar un 25% del PIB español a un 34%. Hace cinco años había 100.000 empresas exportadoras y hoy son 150.000. Si bien la reforma laboral fue la condición necesaria para que esto se produjera, la condición suficiente ha sido que el empresariado español ha estado a la altura y, aunque fuera por necesidad, España ha conseguido ser el país de las economías desarrolladas donde más han crecido las exportaciones en los últimos cinco años. Esto es poco conocido por la sociedad española y a mí me parece que es algo que debíamos poner en valor, porque el empresariado español ha hecho un gran esfuerzo para ganar cuota de mercado en el comercio mundial. 

Los retos de la economía española 

La reforma laboral y la reforma del sistema fi nanciero han permitido hacer crecer la economía española, pero están agotando su potencial de crecimiento y, por lo tanto, tenemos que pensar qué vamos a hacer a partir de ahora. Objetivamente estamos mejor que hace cuatro años, pero tenemos todavía por delante enormes desafíos: el nivel de paro —que es inaceptable para una economía desarrollada como la española—, una deuda externa per cápita que está entre las más altas del mundo y una demografía que es la peor del mundo, salvo Japón. 

  • El nivel de paro. En cinco años —de 2008 a 2013— se destruyeron 3,7 millones en este país. De 2014 a 2016 se han creado 1,4 millones de empleos, poco si lo comparamos con los 3,7 millones de empleos perdidos, aunque sigue siendo una de las mejores performance de la Unión Europea en cuanto a creación de empleo. La situación, sin embargo, no es fácil de resolver, con casi un 18% de paro previsto todavía para el año que viene. Esto es inaceptable, porque significa que hay mucha gente que está todavía en una situación de gran frustración personal por estar fuera del mercado laboral. Una economía que tiene un 18% de paro no está en situación de competir. 
  • La deuda externa. Este es el segundo gran desafío de nuestro país. En España tenemos una deuda externa equivalente al 90% del PIB; por lo tanto, nos queda muchísimo por hacer. La buena noticia es que hace tres años esa deuda externa representaba el 100% del PIB. Hemos corregido 10 puntos en solo tres años, y los hemos corregido fundamentalmente porque desde el año 2013 hemos empezado a generar superávit por cuenta corriente. 
  • La demografía. Dentro de 20 años, en el 2035, la pirámide de población en España será un triángulo invertido, en el que la parte de arriba serán los jubilados o prejubilados y la de abajo la población activa. Desde el año 2013 el sistema de pensiones es defi citario. Es necesario que lo antes posible se plantee una reforma del sistema pensiones que lo haga sostenible a medio plazo y también del sistema sanitario, para hacerlo más eficiente, poque si no el gasto sanitario va a explotar con el envejecimiento de la población que vamos a tener. Estos tres grandes desafíos —el desempleo, la deuda externa y la demografía— van en la misma dirección, que es a reducir nuestro crecimiento potencial a medio plazo. Si no hacemos nada, la economía española, a medio plazo, va a tener

Estos tres grandes desafíos —el desempleo, la deuda externa y la demografía— van en la misma dirección, que es a reducir nuestro crecimiento potencial a medio plazo. Si no hacemos nada, la economía española, a medio plazo, va a tener muy difícil crecer más de 1,5% con estos desafíos que tenemos por delante. Cualquiera de ellos por separado es ya un problema suficientemente importante, pero los tres en conjunto hacen la situación complicada y compleja, una ecuación difícil de resolver, y que además no tiene muchas soluciones. De hecho, no hay más que una solución para salir de este desafío tan complicado que tenemos en este momento: incrementar nuestra competitividad. Nuestro nivel de vida a medio plazo va a depender de nuestro nivel de productividad. Esta es una realidad que se va a imponer nos guste o no nos guste. Y para mejorar la competitividad de la economía española tenemos que reducir los costes de “residencia”, mejorar la formación e incrementar nuestra innovación, que son las dos palancas para incrementar la productividad. 

La nueva ola tecnológica

La innovación es clave para nuestras empresas. Innovación en todo: productos, procesos, canales, gestión… Mucha de la innovación disruptiva viene de la mano de la tecnología y es importante que las empresas no se pierdan estas  olas tecnológicas.

  • La ola del e-commerce. Si en el mundo físico exigiésemos la misma calidad que los pure players exigen  a los datos nos ahorraríamos muchos problemas y costes. Podemos alcanzar una mayor comprensión del consumidor utilizando también ese conocimiento de que dispone el mundo online observando simplemente dónde hace el consumidor los clics. 
  • La ola de la multicanalidad. El cliente puede interactuar con nosotros a través de la web, de la  tienda, los programas de fi delización, los medios de pago… Pero nuestros clientes son “nuestros” un ratito pequeño. Y tenemos que ser capaces de generar el mayor valor añadido para el cliente y para la compañía en cada contacto que  tenemos con ellos. 
  • La ola de las nuevas tecnologías. Impresoras 3D, robots, inteligencia artifi cial… van a introducir grandes cambios y una enorme productividad en las organizaciones. Todos los activos van a rotar mucho más y, probablemente, van a sobrar muchos de los activos que  tenemos hoy. 
  • Internet of things. Las cosas se van a volver inteligentes y nos van a decir cuánto se usan, cómo se usan, cuándo se usan… Nuestros modelos de negocio van a cambiar. De hecho, hoy todas las impresas —cuando reflexionan sobre su estrategia— deberían dedicar un apartado específico a pensar en cómo adaptar y adoptar estas nuevas tecnologías en sus procesos. 

Aquellos países y empresas que adquieran ventajas competitivas porque aprendan mucho más rápidamente a utilizar estas nuevas tecnologías van a ser mucho más productivos. Como consecuencia,  van a ser capaces de mantener esa competitividad a medio plazo; y los que no, tendrán que competir a  través de salarios bajos y un menor nivel de vida. Por tanto, España no se puede perder esta ola tecnológica. Sería gravísimo que nos la perdiéramos.

Los costes de residencia 

Los “costes de residencia” son aquellos que tienen que afrontar las empresas españolas o que operan en España por el simple hecho de estar en este país, y a los que hay que prestar gran atención para que no limiten las posibilidades de crecimiento de las empresas. Dichos costes de residencia son: los costes energéticos, los tipos de interés, la fiscalidad, el marco laboral, la seguridad jurídica y la unidad de mercado interior. 

  • Los costes energéticos. La energía en España es un 10% más cara que la media de la Unión Económica y Monetaria. Y la energía es un factor fundamental para determinar la competitividad de un país. 
  • Los tipos de interés. Hoy el Banco Central Europeo ha hecho de la lucha contra la deflación su prioridad absoluta, por eso hay tipos con intereses negativos y se compra deuda soberana y corporativa, pero no deja de ser una aberración el precio del dinero que tenemos hoy. Pero la situación actual de tipos interés no será eterna, ni mucho menos. 
  • La fiscalidad. Si no somos capaces de reformar el sistema de pensiones y el sistema sanitario, con la pirámide de edad que tenemos, vamos a ver subir los impuestos de manera continua en nuestro país. De hecho, vamos a empezar a escuchar que la única manera de mantener el Estado del bienestar es subiendo los impuestos, olvidando que eso tiene unos efectos de segunda ronda, que son: menor crecimiento, menor inversión, menor empleo y menor consumo. 
  • El marco laboral. La reforma laboral ha permitido corregir una situación que descalificaba la economía española para competir; ahora algunos dicen que hay que derogarla. En un país que todavía tiene 4 millones de desempleados, eso no deja de ser un sinsentido o una frivolidad. Habrá que mejorarla y hacerla todavía más flexible, para que se puedan seguir generando puestos de trabajo, pero derogarla sin más sería un grave error. 
  • La seguridad jurídica. Un país en el que la regulación se está cambiando permanentemente, en el que las leyes se publican con efecto retroactivo y en el que los responsables públicos anuncian abiertamente que van a pasar por encima de las leyes, como si eso fuera normal, no es un país serio, no es un país que se respete a sí mismo y será muy difícil que los demás nos tomen en cuenta a la hora de realizar sus inversiones. 
  • La unidad del mercado interior. La competitividad de la economía española y de las empresas depende del tamaño y eficiencia de nuestro mercado doméstico. Cada vez que lo fragmentamos estamos haciendo que nuestras empresas pierdan competitividad y, como consecuencia, estamos reduciendo la capacidad de crear empleo y estamos condenándonos a nosotros mismos a salarios más bajos. 

En conclusión 

Los grandes desafíos que tenemos por delante solo se van a poder abordar mejorando la competitividad de nuestra economía; no hay otra solución. Por eso es una pena y ha sido decepcionante que hayamos perdido este año para afrontar las reformas que necesita la economía española. Porque la economía española y el tejido industrial español han demostrado tener una buena dosis de creatividad. Somos flexibles y tenemos una extraordinaria capacidad de adaptación. Este país ha hecho reformas que otros países están siendo incapaces de poner en marcha. Lo que se ha hecho con las exportaciones en este país es absolutamente remarcable, aunque haya sido por necesidad. Y se ha hecho en los últimos 5 o 6 años. Esto quiere decir que cuando nos ponemos somos capaces de hacer las cosas. Lo que necesitamos es un gobierno que, de una vez por todas, aborde los verdaderos problemas que tenemos —y no los ficticios que a veces se crean—, dando soluciones reales y coherentes a esos verdaderos problemas. Porque si damos soluciones coherentes a los verdaderos problemas y lo mantenemos en el tiempo, si somos consistentes, eso funciona siempre, y ese es el mejor compromiso que podemos tener con nuestro país, que es simplemente conseguir que las cosas funcionen mejor.

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